En una tarde de sábado, allá por la década del setenta, en el barrio de La Paternal, al rato de haber compartido el almuerzo familiar y hasta la tardecita, los pibes nos juntábamos a jugar a la pelota en la esquina de Añasco y Batalla del Parí.
La canchita comenzaba en la casa de las glicinas y terminaba en el taller mecánico de don José. Utilizábamos solamente la vereda y cuando el balón caía a la calle era lateral. El equipo que primero convertía doce goles ganaba el partido.
Los vecinos de enfrente nos miraban sentados en el umbral de la panadería «La Moreno » y algunos otros mateando en la puerta de sus casas haciendo las veces de alcanza pelotas.
A dos cuadras, en Añasco y Paysandú, se encontraba el «Fulgor», cuna futbolera de Reinaldo Merlo, volante central de River Plate.
Mi abuelo Gerónimo, eximio jugador de bochas del querido club, apreciaba a «Mostaza», ya que diariamente lo atendía en su kiosco de cigarrillos y golosinas en J.B.Justo y Cucha Cucha y no se perdía ningún encuentro del futuro jugador profesional.
En la otra cuadra del club, cruzando Maturin, se encontraba la peluquería de José, el boquense, lugar al que junto a mi hermano concurríamos de la mano de papá a» pasarnos la popular taza».
Llevo en mi corazón estos hermosos momentos. De vez en cuando, al llegar a la casa de mi infancia en la calle Nicolás Repetto «ex Añasco» y J. B. Justo, miro la entrañable esquina. No hay mas goles en ella… se me pianta un lagrimón.
O.A.B.
N. del A.
Este relato fue publicado en labarriada.com.ar
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