Para Ernest el día comienza cuando el sol supera la altura de los ligustros. El joven le dedica unas cuantas horas
a la huerta hogareña, quedó a cargo de atenderla
porque sus padres abordaron un
barco en un viaje de placer.
Luego de la siesta, camina por el bosque, en el
rostro se le dibuja un sesgo de angustia, la plaga de langostas arrasó los cultivos de maíz.
Llegando al arroyo busca el cobijo de la choza que prolijamente construyó junto a su hermana Esther.
Al abrir la puerta armada con ramas y sogas, lo sorprende el aroma a palo santo y se dispone a redactar sobre un
tronco raído,
En este sitio , lleno
de luz natural, con el techo corredizo de paja. Ernest halla el bálsamo contenedor a sus arranques de furia, encuentra la serenidad necesaria, cuando más tranquilo
está, fluyen de su mente frases congruentes.
Pasa largas horas creando, hace pelotitas con las hojas de papel cuando no le gusta lo que
escribe, pero sigue hasta encontrarle el rumbo a sus palabras. Al sentirse acalorado
se da un chapuzón en las aguas cristalinas montañosas, toma
este torrente como un regalo de la naturaleza.
Está muy ansioso, le
encomendó a su padre que le acerque con los poemas a la reconocida empresa Bennet Hnos .
Ernest como tantos otros escritores y escritoras novatos ahora se sienten más protegidos al hacer conocer sus obras. Desde el 10 de abril de 1710 el parlamento Británico por
iniciativa de la reina Anna Estuardo, promulgó la ley de propiedad intelectual,
regulando legalmente los derechos del autor.
Esther, en una tardecita de verano le sugirió a su hermano escribir lo que se le ocurra con cierta coherencia y utilizando solamente la vocal E . Ernest, aceptó la propuesta y antes de dirigirse a la choza tomó un baño en las frescas corrientes. Reposó sobre las rocas , cuando estaba seco ingresó a su espacio creativo y al cabo de unos minutos le dio forma a lo siguiente:
En que brete me entrevere
brevemente ejercerles
este excelente menester.
En vez de tener estrés
me prende reverdecer
ser rebelde, defenderme
del demente que pretende repelerme.
Incluyó estos versos entre los poemas entregados a la imprenta, cree en la
sensatez del señor Edberg Bennet, un viejo conocido de su padre. Ernest sueña con tener su primer libro y con el tiempo poder abrir una biblioteca pública. .
Al cabo de unos meses se dirigió al correo, lo estaba esperando la despeinada vieja Eiren con una inmensa encomienda. Su nombre resaltaba en las tapas punzó, emocionado tomó un libro y fue ojeándolo , sonriente vio que estaba incluido el de
la letra E.
Con el dinero obtenido por la venta de los ejemplares y recibiendo la ayuda del municipio, Ernest consiguió comprar una antigua propiedad en desuso. Convocó a albañiles y pintores, a sus amigos les pidió que acerquen materiales escolares y así la fue dando forma.
El día del aniversario del pueblo fue elegido para su apertura, Ernest descubrió una frase de su autoría escrita en el frente “Leer embellece el ser “, Esther la leía en voz alta mientras entraban las familias con sus donaciones.
O.A.B.