Es La mujer más conocida del parque. Ansiosa, muestra regocijo atendiendo la entrada de los botes, con singular templanza recibe a las parejas que se prestan a recorrer remando el lago artificial . Mientras van subiendo les ofrece una rosa roja pidiendo a cambio una ayudita.
Juana, así la llaman. Ella no sabe bien por qué, recuerda vagamente momentos de su
infancia, le parece que una niña la bautizo con ese nombre.
Nunca se la ve triste. En su silla playera cayendo la tarde, descansa y saluda a los visitantes que de apoco abandonan el
lugar.
Sobre la mesa donde esta demarcado un tablero de ajedrez, suele aprender con algún jubilado los movimientos de las piezas. Al llagar la hora de comer coloca el mantel armado con sachets de
leche que le obsequió Abril, la nieta del señor Torres, el dueño de la calesita.
La decora con una botella de vino simulando un florero repleto de rosas , esas flores se las regalan semanalmente los comerciantes del barrio.
En los picados futboleros, casi siempre va al arco luciendo la celeste y blanca , cuando los pibes le preguntan de qué cuadro es, ella contesta orgullosa “De Argentina”.
En sus recorridas va hablando sola, gesticula al alejar a algún perro o espantando palomas, siempre saluda cordialmente a los vecinos. No demuestra celos cuando ve que los transeúntes se les arriman a un compañero vagabundo ofreciéndole algún abrigo o alimento.
Se la nota contenta cuando la acompañan los niños y las niñas, ya no le temen. Al principio sentían terror cuando ella se acercaba al sector de la calesita luciendo un vestido intensamente negro incluyendo un sombrero con plumas. Contaba en algunas oportunidades con el permiso del señor Torres para tomar la sortija, entonces, mediante amagues maradonianos, les dificultaba la obtención del ansiado premio y de a poco iba ganándose su simpatía.
Un día Abril la encuentra hamacándose, le comparte sus pochoclos y
dice:
— Creo saber por qué te llaman Juana. Es muy probable que se
refieran a una reina.
— ¿Yo que tengo de reina?
--¡Esperá que te cuento! La reina en cuestión es española,
Juana l de Castilla le decían “la Loca”, su madre fue Isabel la católica.
—Pobre mujer, ¿Quiénes
la trataban de loca?
—La propia familia…Ella fue encerrada durante 47 años tras
la muerte de su esposo Felipe “el
hermoso” hasta que falleció el viernes santo de 1555.
— ¡Tenía un marido hermoso!...yo nunca tuve esposo…Estuvo
tantos años encerrada ¿Con qué pretexto? Yo me hubiese muerto antes. Si nací
para ser libre.
—Fue
su padre, Fernando de Aragón, él decía que estaba loca y así no podía gobernar, por eso la encerró junto a su hija Catalina en Tordesillas, Valladolid, pero en el año
1525 le quitaron a la niña y la dejaron
sola.
—
¿Tuvo más hijos esta señora?
—Sí, creo que cinco...pero parece que ninguno quiso
liberarla…
—No lo puedo creer… llegar a ser reina y terminar así. ¿De dónde
sacaste todo eso? Sufrió mucho esa pobre mujer… ¿vos decís que me pusieron
Juana por ella?
—
Dora mi vecina del 5 D, es profesora de historia y me prestó un libro . Ella te conoce desde hace
años , dice que está bien puesto tu nombre, para mí está equivocada.
—
¡Epa! ¿No hay otra Juana? ¡No me
parezco a esta! Su familia la privó de su libertad ¡dejame de embromar nena!
—
Yo conozco otra, se llama Juana Azurduy.
—
¿Y esa quién es?
—
Fue una patriota del alto Perú luchadora por nuestra independencia, pero esa historia día te la cuento mañana , ya es tarde, tengo que ir a estudiar.
—
¡Ah, ahora me gusta más! Desde hoy, no me llamo más Juana, soy Azurduy. Para
que no queden dudas.
Esa fue la puntada inicial de innumerables encuentros en su mesita, sobre el mantel se lucen las rosas, a Azurduy le gusta chusmear sobre las Juanas y Abril está dispuesta a complacerla.
O.A.B.
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