Uy, me quede solo. Adolfo volviendo del bufet con los Patys en sus manos se percató de la ausencia. Laura, una morena adolescente como el, ya no estaba sentada. El compás de la orquesta amenizaba un cálido ambiente familiar. La pista para los bailarines fue improvisada dentro de la cancha de futbol, delimitada por mesitas de madera. La barriada se acercaba en gran número atraída por el perfumado humo de las repletas parrillas. Los vecinos festejaban hasta que el sol despuntara, un nuevo aniversario de la parroquia Sagrado Corazón.
Adolfo, jugó en ese terreno polvoriento, recordaba
viendo hacia un arco, aquel domingo lluvioso que le convirtió
el penal definitorio a su amigo
Enrique, el corpulento arquero de los Hermanos Maristas
ganándole la final del intercolegial lujanense.
Conoció a Laura en unas de esas tardecitas cuando su
madre lo mandaba al almacén. La hija de Don Nicola lo encandilaba
con su blanquísima sonrisa .En las sucesivas visitas Adolfo le regalaba
una rosa roja, la cortaba a
escondidas del jardín que celosamente cuidaba su abuela .Con
el correr de los años , en su primera cita, fueron caminando
hasta El Águila y compartieron un espeso chocolate con Bay
Biscuits.
Laura estaba intrigada en saber si el la acompañaría a su primer baile. Yá
le había dicho que no disfrutaba en esos lugares, Adolfo prefería
escuchar música mateando, le gustaba ir
al Numancia y ver películas continuadas, o leer entre amigos cuentos cortos
interpretando su contenido. Finalmente lo convenció dado que el de ese
sábado era a beneficio del hospital municipal.
Sin compañía Adolfo observaba a Laura
circundando entre los muchachos y lo perseguía la
fantasía del miedo a perderla. Se preguntaba: ¿La habrán
aburrido mis anécdotas futboleras? , ¿Buscará bailar con Edu, el hijo mayor de Elsa y Coco.
Apesadumbrado, sin ganas de estar allí, decidió ir a su
casa y refugiarse
en la biblioteca desordenada. Al azar eligió “vida
del Chacho “, biografía del general Ángel Vicente Peñaloza escrita
por José Hernández.
Acompañado por una canción apenas perceptible de Silvio,
Adolfo salteó páginas y encontró entre
ellas una servilleta doblada, amarillenta por el tiempo, donde pudo
leer con cierta dificultad la siguiente frase: “naides más que
naides y menos que naides”, rubricada por un garabato con el seudónimo “Chacho
“.
Advirtió oraciones demarcadas con lápiz negro, las fue eligiendo sin seguir
un orden. Al leerlas se vio sorprendido por su valiente
accionar en defensa de los pobres y la inclaudicable
lucha por establecer el federalismo. Entre otras cualidades que destacaban la
figura de este reconocido paisano con estirpe montonera, el Cacho
haciéndole frente con boleadoras y lanzas los amedrentó y retrocedió en varias
ocasiones el poderoso ejército porteño enviado
por Bartolomé Mitre.
Adolfo aplaudió la astucia y la hidalguía del líder riojano,
que como pocos, conocía el terreno en los llanos y con maniobras
certeras emboscaba al enemigo. Les quitaba los caballos y capturaba soldados
a los que tomaba prisioneros
tratándolos dignamente. Percibió con cierta desazón el gesto traicionero
de Urquiza, este, pactó con el gobierno central de Mitre
en dejar solo al Chacho, olvidándose de quien fuera un
incondicional aliado en su gesta federal, a cambio de que Entre Ríos, su provincia,
no sea intervenida.
Curioso ojeaba páginas,
puteaba a medida que su temperatura corporal crecía, se veía
sorprendido al notar el desprecio demostrado por Sarmiento cuando gobernaba de San Juan, distrajo la
atención del Chacho mientras el Mayor Pablo Irrazabal al mando del
ejército entraba a La Rioja y no cesó hasta encontrarlo y ejecutarlo
el 12 de noviembre de 1863.
El “Diosito de los Pobres “estaba escondido en un rancho de la
localidad riojana de Olta. Cansado de luchar y ver morir
a sus compatriotas, aceptó la rendición pedida por el
capitán Vera. De repente llegó anoticiado de su captura el sanguinario de Irrazabal
y en una actitud cobarde, viéndolo
maniatado lo atravesó con su sable. Luego ordenó fusilarlo
y dando muestras de su aversión instó a los soldados
a decapitarlo y clavar su cabeza como trofeo
en una pica.
Toda esta trágica escena fue observada entre lágrimas por Indalecio, el hijo adoptivo del
Chacho. Ni los desesperados gritos de su querida esposa Victoria Romero
detuvieron la indiscriminada paliza. Victoria, su fiel
compañera esta vez no pudo defenderlo, se jugó la vida por el
en la batalla del manantial, provincia de Tucumán. De aquel acto heroico a Victoria le quedó
una cicatriz en el rostro, secuela de un
sablazo en la cabeza. Aquella vez, ensangrentados
huyeron
perdiéndose entre los matorrales.
Victoria, humillada por los asesinos del Chacho, fue obligada
a caminar hasta San Juan, Ahí Sarmiento la despojó de sus bienes y le
ordenó barrer las calles, posteriormente quedó prisionera junto a
Indalecio.
Adolfo violentado y disgustado por el sádico final del
Chacho, sin poder comprender el indignante trato que recibió junto
a su familia, tomó un sorbo ardiente de Bols .Cerró el libro y lo
dejó sobre un sillón para leerlo detalladamente
Decidió volver al baile, deseaba encontrar a
Laura y contarle el descubrimiento de este encomiable personaje
omitido por la historia oficial.
Ella estaba despidiéndose de sus amigas, entonces esperó.
-¿Te divertiste Laura?
-Si mucho, ¿Y vos, por qué te fuiste?
- Estaba aburrido, quería leer un rato, caminemos y
te cuento.
Observándolas nombraban a las relucientes estrellas, iban por San Martin. Al llegar a la
avenida Humberto jugaron a esconderse
entre las incólumes palmeras. Agitados continuaron el paseo. Adolfo decidió
relatarle su noche de lectura, nombró al Chacho Peñaloza y le propuso lo siguiente: “Seamos
profesores, pero para enseñar la otra historia, no la de los que
ganan, con la que fuimos educados. Hay otra, no seamos
sumisos, contémosla, ¿Qué te parece? ”
Laura asintió con un beso y lo invitó a tomar un altísimo cucurucho en Massera. Buscaron
el banco preferido bajo la pérgola de la
hermosa plaza Colón.
Empalagándose dulcemente, felices,
aceptándose tal cual son, amanecieron abrazados
iluminados por el sol.
O.A.B
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👏👏 te felicito muy bello
ResponderEliminarEsta muy genial Pa! La narrativa, el juego de palabras!! Muy atrapante ademas! Me sentí identificada con esto de enseñar "la otra verdad" para promover una escuela que reciba niños y niñas más libres
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