Raquel va caminando despacio
por la orilla, pareciera
doblarse, ese efecto es producido por las continuas ráfagas del viento sur, simula a
los pintorescos árboles bandera, inclinados habitantes de las costas fueguinas.
Le gusta andar descalza, aún en invierno, disfruta al sentir
las caricias de las diminutas olas en los pies. Es acompañada por su entrañable mascota
Hanna, perra callejera, raza perra, eternamente agradecida a su nueva dueña por
brindarle refugio. La encontró en una
tarde lluviosa, tiritaba de frio, debajo del abandonado puesto del bañero.
Raquel habita una pequeña y despintada casilla rodante que
heredó de su tío. Está ubicada en un terreno descuidado, cerquita
de la playa, casi donde termina Mar de Ajó. En esta solitaria etapa de
su vida optó entre otras cosas por no
utilizar el teléfono celular, prefiere
recibir una simple misiva.
Se dirige a la
oficina de correos. Hace meses que está esperando la carta del querido Pedro, habían
sido compañeros de colegio en Ushuaia. Con
los años disfrutaron de una linda
amistad pero ella decidió abandonar la ciudad y vivir sola, cerca del mar.
Ingresa a dicha delegación calzándose las alpargatas,
saluda: Buen día.
Y pregunta: ¿Tiene algo para mí?
La adusta empleada
espeta :Tome, llegó ayer.
¡Muchas Gracias! , hasta
luego.
Protege el sobre
dentro de una bolsita y comienza a desandar el camino por la arena húmeda sin
alpargatas. Goza al ver con la alegría que Hanna se zambulle entre el oleaje, ríe oyendo sus ladridos dirigidos a algún
marinero fantasma, otrora tripulante de un navío encallado.
En su sencilla
vivienda, acomoda los leños en la salamandra,
estira en el piso una mantita
para Hanna y perezosa en su reposera se presta a leer, sonríe ante la súplica: “Amiga,
te pido perdón por la demora en comunicarme.”
Mientras se adentra en la lectura, nota el entusiasmo de
Pedro con la música. Le cuenta que está sumido
en el ensayo para el concierto del
teatro municipal Niní Marshall celebrando el día de la música, y le precisa:
cada 22 de noviembre homenajeamos a Santa
Cecilia. En esa fecha del año 230 D.C. en Roma, alabando a Dios con cánticos, Cecilia se
negó a entrar en un horno, la querían quemar por profesar el cristianismo. Poniendo fin a esa situación, acatando la orden del alcalde Almaquio, fue decapitada. El Papa Gregorio XIII en el año 1594 respetando ese día la nombró Patrona de todos
los músicos.
Conmovida por esta
referencia y con un dejo de melancolía, recuerda a Pedro tocando el piano en su casona, ella disfrutaba de las melodías al calor de los leños ardientes , este era su reparador refugio cuando volvían de las visitas al museo del presidio del fin del mundo. Emocionada prefiere seguir en
otro momento con la lectura.
Atendiendo el pedido insistente de Hanna por salir, se dirigen
a hacer su recorrida nocturna habitual. Observando el cielo magistralmente estrellado recuerda
las palabras de Pedro referidas a la Santa Patrona. De repente pareciera oír
entre los médanos un maullido. Acercándose sigilosamente toma entre sus manos a una pequeña gatita
blanca con manchitas grises y se la muestra a su compañera. Hanna, lamiéndola
suavemente, aprueba su llegada.
Raquel, con una caja de zapatos le improvisa la cunita en su sencillo hogar . Cubriéndola con un viejo suéter, sin dudarlo, en un lateral escribe : ”Chechu”.
O.A.B