sábado, 21 de octubre de 2023

Tamborcito

 

Vive  rodeada por las marrones corrientes del Luján, es  saludada por los pájaros y le  da rienda suelta al sosiego. Esta vez eligió al   más viejo de los  caballos para  recorrer el sendero costero y aprovechar  la suave marejada tirando  la línea en busca del almuerzo.

 Rosaura Llegó en una barcaza desde Concepción, se presentó con sus trenzas azabache  como una  orgullosa  coterránea de Pedro Ríos “El tabor de Tacuarí “.

Descansando  sobre  un muellecito Rosaura  nota que ya tiene muchas mojarras en el balde  asegurándose   una  fritanga, entonces vuelve a su  piecita  contigua a la escuelita, allí  cocina para los alumnos   y mantiene prolija la enredadera que le  cubre todo  el  frente. Rosaura aprovecha para terminar la primaria. Los niños  esperan el recreo para que  les  convide caramelos,  la abrazan y le   devuelven el gesto con sonrisas y lisonjas.

Bajo la punzante luna llena la entrerriana   recuerda   a sus ancestros y le tiembla el pulso mientras trata de armar oraciones dedicadas  a su  vecinito héroe  nacido  en 1798.   

Suena la campana y  mientras  las estrofas de nuestro himno son saludadas por las bocinas de las lanchas, el abanderado recita   un bello  poema de  Rafael Obligado.

Ante  la sorpresa de los docentes    Rosaura levanta la mano y  dice :— Hoy  9 de marzo es un nuevo aniversario de la muerte de mi querido  Tamborcito de Tacuarí, el  niño   que en vez de jugar como ustedes  con el permiso de su papá acompaño al Coronel Belgrano enfrentando a los realistas.

 Estando a  cargo del mayor  Celestino Vidal, Pedrito  guió sus pasos como lazarillo, avanzó  marcando con el  Tamborcito las  acciones de nuestro ejército en  la   batalla de Paraguarí.

Por desgracia   peleando en   Tacuarí   fue alcanzado por dos balas enemigas, el pechito le estalló más fuerte que el repiquetear  de sus parches.

Rosaura   emocionada se queda sin palabras, pide disculpas y entre aplausos se retira a su piecita  tarareando un chamamé .

 

 

         




 




   

 

domingo, 28 de noviembre de 2021

Víctor y Mariano

 

Mientras pedaleo en la posta, disfruto del aroma a césped recién cortado y el vuelo rasante de las palomas huyendo del dominante carancho. Los veo  discutir .Me resulta extraño que estén  despiertos con los primeros rayos de sol.

Quizás el ruido de las bordeadoras lo hizo posible, o tal vez algunos  ladridos cercanos   interrumpieron su modorra.

Percibo  que Víctor golpea varias veces  su pecho cubierto por una  camisa amarilla con puños negros. Creo que  es hincha de “Comu”, y ahora  putea porque sus delanteros  no le hacen  un gol ni al arcoíris. Mariano luce un buzo del Luján que algún egresado le regaló y  pide a gritos  el tetra. Tras unos sorbos permanecen callados.  

Se les acerca una anciana  arrastrada por su  chihuahua señalándole un lugar. Creo que les indica  donde sirven  el desayuno gratis.  Ellos lo  conocen, pero saben que con esa borrachera   los  voluntarios no los reciben.

Otro  vecino  les señala   el reloj de la cúpula y sigue caminando gesticulando con  el Popular en la mano. “Seguro que  le pidieron  una monedita   y  los mando a laburar.”

Más allá en las mesitas, dos abuelitas observan como yo lo que sucede mientras   matean  con protocolos.

Ya  falta poco para terminar mi rutina. Sin darme cuenta los tengo cerca. Víctor viene esquivando baldosas, Mariano  intenta en vano  enderezarle los  pasos.

Van hacia la calesita de Martina, Víctor sin barbijo aprovecha que el encargado está   de espaldas y  monta el unicornio  color rosa.   Mariano con su tapabocas en el cuello comienza a reírse, mientras pone en marcha el motor el eléctrico haciendo funcionar también las luces y la música.

Los alaridos de Víctor simulando a  un  Tehuelche vencedor desconcentran al párroco de  Cristo Rey  que   interrumpe la misa y  baja las escalinatas del altar . Ante la sorpresa de los  atónitos feligreses sale a la vereda   buscando el origen de su mal humor actual. 

Mariano hace del tetra una sortija ante  los manotazos del bravío cacique improvisado.

 Al bajar  de la bici   veo cruzar al cura con pasos largos y apurados más de bronca que por el  ejercicio intenso. Bastó que pisara la plaza  para que la calesita se detenga. Víctor,  como si fuera su monaguillo, va a sentarse derechito al  banco con el  barbijo puesto.

No escucho lo que dice el cura, pero por los ademanes sospecho que su sermón  no figura en el misal.

Una vez que terminó con el reto, le dio algunos consejos necesarios al encargado de la calesita y volvió a cruzar Zamudio, tan  apurado iba  para  terminar la misa que de milagro no se llevó por delante al recuperador del Álamo.      

Mariano haciéndose el tonto, esperó que el cura  se perdiera de vista y fue a sentarse junto a su compinche. Otro muchacho fumando se les suma en la conversación inentendible y le convida un pucho a Víctor que ya tiene el barbijo en la oreja. Mariano convierte  un triple arrojando el tetra al cesto. 

Antes de cruzar Cochrane me doy vuelta cuando escucho  el llanto desesperado de un niño reclamando por su pelota. Víctor dándole un puntazo a la numero 5  la mandó tan  lejos  que   el 169 tuvo que esquivarla para no dejar al niño sin juguete. Imaginé bien, Víctor es de Comu. Porque para entonces los tres  abrazados dan vueltas, saltan y  gritan ¡Vamos Cartero  todavía! El silbato del  guardaparques logra calmarlos como en un final de partido. Caen como moscas sobre el banco  y enseguida se vuelven a dormir como si nada de esto hubiese pasado.

Quizás estén en lo cierto y yo lo soñé. Suelo hacer una  siestita después de leer un rato debajo del umbroso plátano en  la  placita Alem.            

OAB


Este cuento fue publicado en

barriada.com

elbarriopueyrredon.com.ar 
































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































          

 

            

   

viernes, 8 de octubre de 2021

Algo Más Que Una Estación

 

Caminaba por Rivera  aprovechando  el solcito. Acercándose a la estación Coghlan escuchó  la chicharra y subió. Le gusta observar en el puente al  tren viniendo desde Luis María Saavedra.

Esta vez   filmó hasta que se perdiera  el  de las 11:03. 

Satisfecha bajó con la intención de dar la vuelta y  pasar por  la biblioteca pública.

Ingresó y la recibió  un agradable perfume a eucaliptus.

Una señora mientras ordenaba novelas,  amablemente le preguntó qué estaba buscando. Entonces, mi hermana le  consultó por alguna comedia dramática del 1900.

Disculpándose, la bibliotecaria,  solicitó su compañía  y zigzagueando estanterías llegaron al sector de autores latinoamericanos. Cordialmente le hizo traer una escalerita indicándole el estante donde estaba “M’Hijo el Dotor” de Florencio Sanchez.  Mi hermana  con dos escalones alcanzó la hilera pero  tuvo  tanta   mala suerte que al tomarlo  se quedó con la tapa en la mano desparramando un montón de hojas. Colorada por  la vergüenza  quiso  llevarlo comprometiéndose a arreglarlo. 

Despojándola de toda preocupación, la buena mujer,  se lo aceptó con una amplia sonrisa. Más tranquila  mi hermana firmó  un cuaderno y se fue muy contenta a fotocopiar las páginas del guion.

Luego  de un tiempo de ensayos volvió a la biblioteca con sus  masitas   recién horneadas a devolverlo, tuvo  la dicha de ser atendida  por esa  atenta señora. Aprovechó para invitarla a ver la obra en el hall central del Hospital del barrio. Le aclaró que es un espectáculo gratuito  y  los  actores son vec inos  con sobradas  ganas de entretener a la comunidad.

Mi hermana no quiso irse sin pasar por la plaza Carlos Campelo ubicada detrás del andén. Acarició el cartel que lo nombra y emocionada le agradeció a  quien fuera el creador del Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano. En ese  espacio  tiene  la oportunidad de coordinar su  taller de teatro.

Volvió a sonar  la chicharra. Subió y esperó  un poquito. Sorprendida disfrutó viendo un interminable carguero yéndose a Belgrano R.

N.D.A.

Este relato fue publicado en  labarriada.com   

 O.A.B.    




 

domingo, 27 de junio de 2021

El Pibe

 

 El pibe con el  lápiz negro  marca  una  canchita  sobre la  vieja tabla de lavar. A los   gritas llama al tío Juan y empujando   botones simulan un metegol.

La tía Inés  manipula  la Knittax  y les pide que no griten mientras   teje  bufandas  escuchando a Guaraní.

Juan lo  observa con sumo placer y cada vez que el pibe   grita un gol levanta su  pulgar felicitándolo. Se  lamenta de  que no es quemero como él. El  pibe  es  bosterito, salió al padre, pudo haber sido del pincha como su padrino, o de los bichos colorados, el equipo del barrio   La Paternal que lo vio nacer.

Disfrutan de una tarde invernal, por primera vez el pibe  pasa las vacaciones  con ellos , que  al  no  tener  hijos  lo invitan  y  su presencia bochinchera   les  va acortando  los  días.

Le tienen guardadas algunas sorpresas. Inés va a comprar  halva, doña Azucena lo exhibe  en el mostrador debajo de   una  campana de vidrio. Saben que  es una de sus debilidades, cada vez que lo mandan al almacén vuelve con  un pedacito  del manjar a modo de  yapa. 

Inquieto como todo pibe, toma el mazo de cartas y  aprovecha  la sabiduría del tío para aprender a truquear. La tía mientras tanto amasa.   

Al término de la exquisita pizza  comparten  el    postre. El pibe   abre los  ojos como el dos de oro. Estaba apoyando su  cabecita en la mesa pero rápidamente se despabiló y  en un santiamén  lo devoró.

Antes de acostarlo, la tía Inés   coloca una botella de barro sobre el colchón, Con instinto  maternal  también le agrega un par de frazadas, teme que el pibe pase frio.

Juan lo acaricia, susurrándole  le dice :--Mañana vamos a  tener un día largo.

Duerme calentito, como no está acostumbrado a los sonidos matinales lujanenses   se despierta  temprano. Juan ya está en la cocina, mientras  matea  lee  El Civismo.

—Hola Tío, buen día.

—Hola  ¿Apoliyaste  bien?

— Si, decí  que empezaron a cantar  los gallos, estaba para  seguir  un rato más — ¿La tía?

—Fue a lo de Elsa.

— ¿Vamos  a pasear tío?

—Te  llevo a conocer  la cancha de Huracán, hoy  empieza el campeonato nacional  y jugamos  contra San Lorenzo de Mar del Plata.

— ¡En serio, qué bueno! ¿A quién  conoces de los contrarios?

— A  “Llamarada” Eresuma, es un goleador fenomenal, si anda derecho estamos sonados.  

Llega  la tía con las facturas calentitas, desayunan y  bastante abrigados   toman el 500 que los deja en la estación.

 El tren está  demorado en Olivera. Casi dos horas después  bajan en Moreno para el trasbordo. Tienen ganas de hacer pis, cruzan y solapadamente tras un plátano cumplen de a uno con su necesidad. Esperaron más de una hora para  abordar el eléctrico que finalmente los llevaría a  Once. Pero se detienen en Morón .” Queda interrumpido el servicio por un accidente  en  Liniers” dieron aviso los altavoces del anden . El tío, diligente, encuentra la parada del Miserere y  de manera impensada llegan a destino.  Sin dudarlo van  almorzar  a un barcito  sobre Pueyrredón. En el ambiente  se respira humildad, no es de esos lugares paquetes donde te sirven un té con masitas, acá  preparan  especiales de crudo bien cargados.

— ¿Falta mucho?

— Comé tranquilo pibe  — Con el  118 enseguida estamos.

 Por fin ingresan al palacio Ducó  buscando ubicación en la popular, El pibe asombrado   mira para todos lados, le llaman la atención lo grande que es y no comprende porque  unos tipos en cuero sobre  los  paravalanchas le dan la espalda a los jugadores. 

 El clima va tomando temperatura, a los  33’  del primer tiempo para alegría del tío Juan  Babington convierte el primer gol, al gritarlo casi se atraganta con las garrapiñadas. Finalmente” El Globito” ganó   3 a  0. en ningún momento el tío  sintió miedo de perder porque  esta vez Eresuma no la embocó.

El pibe  abrazándolo le  agradece el paseo, lo felicita  y busca sacarse una duda.  

— ¿Tío, porque Huracán tiene el globito en su camiseta?

—Es en homenaje a Jorge Newbery que  en el año 1909 se subió a un  globo aerostático y rompió el récord sudamericano, hizo como 500 km, creo que en 15 horas. — también me acuerdo que en 1910 el presidente de nuestro  club lo hizo  socio.

El pibe escuchaba sorprendido el relato y sugiere.

—Tío, tenemos unas cuantas horas de viaje, después contáme más de este ídolo, me interesa pero... ahora vámonos por que tengo un frío bárbaro.

O.A.B.

     

 


 

 

martes, 1 de junio de 2021

Café de los Angelitos

 

Las  damas de  la mesa uno

llegaron hace un ratito

comparten un rico tecito

con masitas  de desayuno.


En la tres solo un muchacho

mirando pasar a la gente

prefiere tomar un whiscacho

 y borrar a Eva de su mente.

 

Los chismes de sus compañeras

chamuyan  dos veteranos

en la cuatro y de buenas maneras

recuerdan relatos  vanos.

 

Las ferroviarias se encuentran

siguiendo  con  la tradición 

en la once ellas se sientan

desde su justa jubilación .

 

 El bancario fiel  a la dieta

ocupa la doce solo bebiendo  

en la dieciocho el poeta 

su novela está escribiendo.

 

los ñoquis   del congreso

en la catorce  rosquean

no sienten vergüenza por eso

al contrario, se pavonean. 

 

La viuda cree oportuno 

de conocer desayunando                                              

al senador de la veintiuno

pero en la quince esta dudando .                                                           

              


Padre e hija silenciosos

en  la veintitrés ubicados

transitan momentos luctuosos

se los nota desorientados. 

 

En la veinticinco el barra

espera por una changuita

que el diputrucho Gamarra

le pagará con nuestra guita.

 

Tres mozos atienden el salón

jactándose de su memoria

atentos en cada ocasión

forman parte de la historia.

 

Mesas y momentos fortuitos 

que enumeré con devoción

del Café De Los Angelitos

sobre  Rivadavia y Rincón.

O.A.B.


N. del A.

Los personajes citados son producto de mi lúdica imaginación.

 

 

 

 

sábado, 15 de mayo de 2021

Letra E

 

 Para Ernest el  día comienza cuando el sol supera la altura de los ligustros. El joven le  dedica unas cuantas horas a la huerta hogareña, quedó a cargo de atenderla  porque  sus padres abordaron un barco  en un viaje de placer.

Luego de la siesta, camina por el bosque,  en el rostro se le dibuja un sesgo de angustia, la  plaga de langostas arrasó los  cultivos de maíz.

Llegando al arroyo busca  el cobijo  de la choza que  prolijamente construyó junto a su hermana Esther. Al abrir la puerta armada con ramas y sogas, lo sorprende el  aroma a palo santo y se dispone a redactar sobre un tronco raído, 

En este  sitio , lleno de luz natural, con el techo corredizo de paja. Ernest halla  el bálsamo contenedor a  sus arranques de furia,  encuentra la serenidad necesaria, cuando más tranquilo está, fluyen de su mente frases congruentes.

Pasa largas horas creando, hace pelotitas con las  hojas de papel cuando no le gusta lo que escribe,  pero sigue hasta encontrarle  el rumbo a sus palabras. Al sentirse acalorado se da un chapuzón en las aguas cristalinas montañosas, toma este torrente como un regalo de la naturaleza.   

Está muy ansioso, le encomendó a su  padre que le acerque con los poemas a la  reconocida empresa Bennet Hnos . Ernest como tantos otros escritores  y escritoras novatos   ahora   se sienten más protegidos al hacer conocer sus obras. Desde el  10 de abril de 1710 el parlamento Británico por iniciativa de la reina Anna Estuardo, promulgó la ley de propiedad intelectual, regulando legalmente los derechos del autor.

Esther, en una tardecita de verano  le   sugirió a su hermano  escribir lo que se le ocurra con cierta  coherencia y utilizando  solamente la vocal E . Ernest, aceptó la propuesta y antes de  dirigirse a la choza  tomó un baño en las frescas corrientes. Reposó sobre las rocas , cuando estaba seco ingresó a su  espacio creativo  y al cabo de unos minutos le dio forma a lo siguiente:

 En que brete me entrevere

 brevemente ejercerles

este excelente menester.

 En vez de tener estrés

 me prende reverdecer

 ser rebelde, defenderme

 del demente que pretende repelerme.

Incluyó estos versos entre los  poemas entregados a la imprenta, cree en la sensatez del señor Edberg Bennet, un viejo conocido de su padre. Ernest sueña con tener su primer libro y con el tiempo poder  abrir una biblioteca pública.   .

Al cabo de unos meses se dirigió al correo, lo estaba esperando la despeinada  vieja Eiren con  una inmensa encomienda. Su  nombre resaltaba  en las tapas punzó, emocionado tomó un libro  y fue ojeándolo , sonriente  vio que  estaba  incluido el de la letra  E.

Con el dinero  obtenido por   la venta de los ejemplares y  recibiendo la ayuda del municipio, Ernest consiguió comprar   una antigua propiedad  en desuso. Convocó a albañiles y pintores, a sus amigos  les pidió que  acerquen materiales  escolares y así  la fue dando forma.

El día del aniversario del pueblo fue  elegido para su apertura, Ernest descubrió una frase de su autoría escrita en  el frente  “Leer embellece el ser “, Esther  la leía  en voz alta   mientras entraban las familias con sus donaciones.

O.A.B.      

                                           



 

 

 

Verocchio

 

Estudiando  hace un intervalo, descansa  mirando a  la luna  asomándose  entre los nubarrones. Extraña  aquellas madrugadas cuando resaltaba párrafos acompañado por  los lavados  mates   de Lucia.

 Para despejarse Esteban  lee de nuevo   la carta . Su hermana lucía   le escribió desde Venecia  diciéndole que le es muy difícil conseguir empleo estable. Esta angustiada ,  el dinero guardado en la lata de yerba  lo destina al alquiler y a  comer . Teme que a fin de mes cuando termine la beca, tenga que dejar de concurrir a la academia  para seguir perfeccionándose.

Lucia  resultó  ser la ganadora en el  certamen provincial  para escultores  principiantes. Estaba feliz cuando el gobernador le entregó el premio. Su sueño de poder vivir de lo que le gusta era posible.

Entre bostezos a Esteban  le aparecen imágenes pueriles , se complacía viéndola   amasar  plastilina para  moldear   figuras, luego lucia las   acomodaba   en  repisas  decorando su pequeña  habitación. Cuando el  le preguntaba a quien se quería  parecer , ella sin dudar  le decía a Verocchio y afirmaba ¡ el maestro de Leonardo Da Vinci!

 Esteban sonríe  ante el pedido de perdón por la letra chueca. Lucía le escribió   bajo  la atenta mirada de su  gondolero amigo. Un manso oleaje mecía el lento remar de Adriano mientras ella   le  contaba en cursiva casi ilegible  que se animó a  bailar chacareras y zambas   acompañando a  compatriotas  callejeros 

Abre bien los ojos cuando lucia  le comenta que los fines de semana atiende  las mesas en un pequeño restaurant familiar.  Esteban se sorprende gratamente  al enterarse que  amasó  fettuccine. Socarronamente susurra "pensar que en casa no  hacía ni un pancho".  Al cierre, antes de baldearlo ,   Don Humberto la invitó a compartir  la  mesa   junto  a su esposa Carmela.   

A pesar de las penurias por las que atraviesa, Lucía le dice que no pierde la esperanza de tomar el tren a Florencia, allí  donde nació Verocchio en 1435.Tiene  todo planeado, su maestra le dijo que conozca  la iglesia de Orsamichele donde se encuentra una de las  creaciones  de Verocchio en bronce “Cristo y Santo Tomás”.

 Atentamente  nota la ilusión de Lucia por  visitar   la galería Uffizi donde es exhibido el óleo Bautismo de Cristo , Verocchio lo pintó con la colaboración de su alumno Da Vinci.

 Casi al final Lucía   le hace saber que Pistoia es otra ciudad por conocer, ansía estar  en su catedral y  gozar viendo  " Virgen Con Niños y Santos".

Esteban prende la radio  y alcanza a escuchar al sordo Gancé entonando  :"Por eso te aconsejo que vayas a misa, todos los domingos, todos los domingos "sobre la  mesa entre apuntes   se  va durmiendo. 

Con el canto  de los pájaros y el sol despabilándolo cree  haber encontrado la excusa perfecta para acompañarla personalmente y  contenerla..

 Entonces sin lavarse la cara  escribe: Querida hermana, decidí  viajar y estar con vos, en cuanto   pueda  saco un pasaje, no me aflojes, nos vemos pronto.

O.A.B.


N del A.

El sordo Gancé: Maestro pianista  que ameniza" La Venganza será Terrible" el programa de Alejandro Dolina. 

 

 

 

 

 

 

 

 

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