Vive rodeada por las
marrones corrientes del Luján, es saludada
por los pájaros y le da rienda suelta al
sosiego. Esta vez eligió al más viejo de los caballos para recorrer el sendero costero y aprovechar la suave marejada tirando la línea en busca del almuerzo.
Rosaura Llegó en una
barcaza desde Concepción, se presentó con sus trenzas azabache como una orgullosa coterránea de Pedro Ríos “El tabor de Tacuarí
“.
Descansando sobre un muellecito Rosaura nota que ya tiene muchas mojarras en el balde asegurándose
una fritanga, entonces vuelve a
su piecita contigua a la escuelita, allí cocina para los alumnos y mantiene
prolija la enredadera que le cubre todo el frente. Rosaura aprovecha para terminar la
primaria. Los niños esperan el recreo
para que les convide caramelos, la abrazan y le devuelven el gesto con sonrisas y lisonjas.
Bajo la punzante luna llena la entrerriana recuerda a sus
ancestros y le tiembla el pulso mientras trata de armar oraciones dedicadas a su vecinito héroe nacido
en 1798.
Suena la campana y mientras las estrofas de nuestro himno son saludadas
por las bocinas de las lanchas, el abanderado recita un
bello poema de Rafael Obligado.
Ante la sorpresa de
los docentes Rosaura levanta la mano y
dice :— Hoy 9 de marzo es un nuevo aniversario de la
muerte de mi querido Tamborcito de
Tacuarí, el niño que en
vez de jugar como ustedes con el permiso
de su papá acompaño al Coronel Belgrano enfrentando a los realistas.
Estando a cargo del mayor Celestino Vidal, Pedrito guió sus pasos como lazarillo, avanzó marcando con el Tamborcito las
acciones de nuestro ejército en la
batalla de Paraguarí.
Por desgracia peleando en Tacuarí
fue alcanzado por dos balas enemigas, el pechito le estalló más fuerte
que el repiquetear de sus parches.
Rosaura emocionada
se queda sin palabras, pide disculpas y entre aplausos se retira a su piecita tarareando un chamamé .